En el siguiente artículo voy a profundizar un poco más sobre la temática “de víctima a protagonista” para tratar de encontrar las características que debería llegar a tener un entorno relacional que se oriente a favorecer el pasaje de actitudes de víctima a actitudes de protagonista.
Quiero que recuerden que uno de los incentivos más grandes que tenía aquella persona que relataba los sucesos de su vida como una víctima y que por ende ponía especialmente las causas de esos sucesos (especialmente aquellas cosas desagradables) fuera de su persona, era que lo que supuestamente lograba la persona que explicaba los sucesos de ese modo era aparecer como inocente frente a lo que había pasado.
Si usted recuerda, este era uno de los rasgos que tenía la explicación de la víctima frente a los sucesos vitales que le acaecen.
Lo que voy a profundizar en el siguiente artículo, es en la siguiente pregunta: ¿Por qué uno de los principales incentivos o motivaciones de la víctima (para explicar los sucesos de su vida) es la búsqueda de la inocencia? Es decir, ¿Por qué la víctima quiere ser inocente? ¿Inocente frente a qué? ¿Qué hay en el entorno de esa persona que explica por qué esa persona evita aparecer como responsable frente a algo (en general desagradable) y busca la inocencia? ¿Qué es lo que pasa en el entorno? Es en este punto en lo que me quiero basar en la lección de hoy, buscar la relación entre la víctima y el protagonista, y el contexto que genera su entorno, y como la relación y el diálogo que existe de algún modo entre la persona y el entorno favorece o dificulta el pasaje de víctima a protagonista.
Existen ciertos entornos que favorecen la victimización, mientras que otros entornos favorecen la responsabilidad. Y quiero dejar en claro, que no estoy diciendo que determinan, sino que condicionan el entorno ciertos rasgos de víctima o de protagonista. No lo determinan, porque en definitiva más allá del entorno y de las características del contexto de la persona, el ser protagonista implica (a pesar de ese entorno) elegir uno mismo cierta respuesta que lo ponga en un lugar de responsabilidad.
Por lo cual, todo lo que rodea a las personas ya sean los contextos familiares, laborales, es decir, todo el contexto donde uno puede ejercitar el rol de víctima o de protagonista explicando los sucesos acaecidos de un modo o de otro, decimos que estos contextos son condicionantes (no determinantes) para inclinar a la persona a tener ciertos rasgos de víctima o de protagonista. Entonces, en este momento vamos a analizar las características de algunos elementos del contexto como condicionantes.
Vamos a analizarlo en base a 4 elementos:
1) ¿Qué tan punitivo o castigador es el entorno o el contexto de la víctima o del protagonista? Corrimos a la víctima y al protagonista en tanto persona que decide como relatar sus experiencias vitales para centrarnos en como los entornos y los contextos donde las personas viven favorecen o dificultan que una persona relate sus sucesos como una víctima o como un protagonista.
En este punto, nos podemos imaginar que un entorno que favorece más el relato de la víctima es un entorno punitivo y castigador, es decir, cuanto más castigo y punición haya en un entorno (frente a un suceso desagradable que suceda) entonces, más voy a querer yo aparecer (en este entorno) como inocente. Por lo cual, un entorno demasiado punitivo o demasiado castigador, es favorecedor o incentiva que las personas relaten los sucesos como una víctima. En cambio, para que la persona tenga incentivos para relatar los sucesos como un protagonista, el carácter punitivo debe ser menor.
Por supuesto que se trata de una cuestión de grados, es decir, cuanto más punitivo es el entorno, más incentivos hay para victimizarse. Y cuanto menos punitivo es el entorno, menos incentivos hay para victimizarse y por lo tanto, hay más incentivos para responsabilizarse (que es lo que hace el protagonista).
2) El siguiente elemento que está íntimamente relacionado con el anterior (de todas maneras, todos los elementos están íntimamente relacionados) es la tolerancia al error. Todas las personas nos equivocamos, como seres humanos esto es inevitable, pero los entornos que habitamos (la familia, el trabajo, la escuela, el club, todos los lugares donde nos movamos, etc.) son más o menos tolerantes al error con respecto a las personas. Entonces, cuanto menos tolerante sea al error, más va a favorecer el relato de la víctima. Porque la intolerancia frente al error de alguna manera implica un carácter punitivo y castigador (por esto decíamos que estaban medianamente unidos) y por ende esto va a incentivar que se explique como una víctima (buscando la inocencia). Mientras que cuanto más tolerante sea el entorno al error, más vamos a favorecer y a incentivar a que las personas se hagan responsables. Por ejemplo, si yo a una persona que cometió un error la castigo, la maltrato y la hago sentir mal (esto ocurre frecuentemente en los entornos laborales) la persona automáticamente va a estar muy incentivada a explicar todo lo que le sucede desde el relato de la víctima, que busca la inocencia, porque por supuesto que nadie quiere ser castigado y nadie quiere ser ridiculizado o puesto en evidencia de un modo que los desvalorice.
3) El tercer elemento (que está muy relacionado con el elemento anterior) es la valorización del error. La valorización y la tolerancia son similares pero a la vez diferentes. Entonces, ¿Qué quiere decir valorización? Hablamos siempre del error entendido en términos que pueden ser sinceros o insinceros (esto se ve muy claro en el ámbito laboral). Una persona puede equivocarse o cometer un error en forma sincera por ejemplo, esta persona hizo lo mejor de sí, dio lo mejor que pudo pero aun así se equivocó y este sería un error que podríamos llamar sincero. Pero también está el error insincero, de este se trata cuando las personas hacen lo mínimo posible, y que no hacen lo que deberían hacer. Entonces, el problema es cómo se determina en una organización si el error es sincero o insincero.
Las organizaciones que tienden a favorecer el relato de la víctima tienden a considerar todos los errores como insinceros (aunque sean sinceros). Por supuesto que la caracterización del error es subjetiva pero los entornos que favorecen más el relato de la víctima, tienden a ver todos los errores como insinceros aunque sean sinceros. La mayoría de las personas en las organizaciones dan a veces lo mejor de sí, y cometen un error (no porque se tiraron a menos) sino porque cometieron un error dando lo mejor de sí. Entonces ¿Qué pasa con esa persona si se lo considera como insincero el error? Justamente esa persona va a estar muy motivada a querer parecer como inocente porque si la persona piensa para sí “yo doy lo mejor de mí, me rompo el alma y me esfuerzo y cuando me equivoco me maltratan, me castigan y me ponen en ridículo. Bueno, mejor adopto otra actitud (¡yo no tengo nada que ver!), la actitud de la víctima”. Es decir, todas las explicaciones se ponen cada vez más afuera de la persona.
4) Por último, el cuarto punto es la apertura al aprendizaje. Por supuesto que, cuanto más punitivo es un entorno, cuanto más se tipifica el error, y cuanto más se valoriza el error como insincero, menor va a ser la apertura al aprendizaje. El castigo, lo punitivo, la ridiculización frente al error, y la consideración de que un error sincero es insincero, hacen que la persona se cierra e impida o desfavorezca el aprendizaje frente a los errores. Ya que la idea es que el protagonista frente al error sincero pueda aprender y que pueda haber una mayor apertura al aprendizaje para que esto se pueda evitar que esos mismos errores se vuelvan a cometer.
Por lo tanto, lo que vemos es que en los entornos incentivan o favorecen ciertos relatos (ya sea de víctima o de protagonista). Y esto sucede (lo vuelvo a mencionar porque lo considero importante) en las relaciones con nuestros grupos de amigos, en nuestro hogar, en nuestro trabajo se ve muy claro, en el club, en los deportes, etc. Por ejemplo a un jugador que tira la pelota afuera sin intenciones de hacerlo, es decir, fue un error sincero, y a este se lo castiga como si ese error hubiese sido insincero, como si adrede hubiese tirado la pelota afuera. Y por supuesto que todo esto hace que la persona se recluya y se desfavorezca y desincentive el aprendizaje que es absolutamente necesario para pasar de actitudes de víctima a actitudes de protagonista.
Como podemos ver, el mundo de la víctima, y las organizaciones que funcionan con contextos que favorecen la existencia de la víctima son contextos que generalmente se encuentran trabados en los mismos problemas porque la apertura al aprendizaje es muy baja, justamente por esos rasgos mencionados anteriormente (punitivos, castigadores, poca tolerancia al error y se malinterpreta la valoración del error cuando es sincero). Por lo tanto, en el mundo de la víctima hay muy poco aprendizaje y cuando esto ocurre lo que sucede es que siempre se cometen los mismos errores (es decir, la persona o el grupo están siempre cometiendo los mismo errores). Esto se ve mucho en las empresas, ya que las que están siempre trabadas en los mismos problemas están eternamente trabadas en esos mismos problemas que no los pueden superar, en general tienen muy poca apertura al aprendizaje porque aparecen ciertas características en el entorno (poca tolerancia al error, se malinterpreta la valoración del error cuando es sincero, etc.).
Por supuesto que para hacer un pasaje del contexto de la víctima al contexto del protagonista, hay que hacer un cambio importante (en cualquier tipo de organización, familia, etc.). En el contexto del protagonista, los problemas van apareciendo y se van solucionando porque la apertura al aprendizaje hace que los distintos problemas nos permitan aprender porque nos responsabilizamos, porque no hay un carácter castigador, porque si me equivoqué no es porque lo hice a propósito sino porque di lo mejor de mí y aun así me equivoqué, entonces la persona o el grupo no van a castigar a la persona sino que se van a poner al servicio suyo para que pueda aprender algo y para que ese error no lo vuelva a cometer. Por lo tanto, las organizaciones, las familias, los grupos, etc. que funcionen de esta manera, van a tener problemas y los van a ir solucionando, teniendo así (como yo suelo decir) problemas siempre diferentes y esto es bueno porque los problemas los van solucionando y cuando aparece el mismo problema lo solucionan enseguida; Y al ser los problemas siempre diferentes esto les va a permitir progresar, avanzar y evolucionar. En cambio en las organizaciones que funcionan como una víctima, que favorecen el relato de la víctima (porque son punitivos, castigadores y demás) el aprendizaje es muy escaso y por ende siempre están cometiendo los mismos errores.
Lo que quería era brindarles información sobre este tema ya que me parece muy importante. Se refiere a como los contextos relacionales influyen y favorecen la existencia de los relatos de la víctima y del protagonista y de qué manera esto influye en el futuro y en las posibilidades que puedan tener esas organizaciones (repito que las organizaciones pueden ser de cualquier tipo: una familia, una empresa, un grupo de amigos, el club, etc.) es decir, cualquier organización en donde haya personas interrelacionadas que habitan un mismo contexto que pueden tener las características del mundo de la víctima en mayor o en menor grado, y en función de ese grado pueden favorecer más o menos el aprendizaje para que los errores que se vayan cometiendo, si hay aprendizaje, dejen de cometerse y si no hay aprendizaje se cometan los mismos una y otra vez e impidan la evolución de ese grupo o de esa organización.
Hugo Landolfi es el fundador y director de la Escuela de Estudios Superiores en Liderazgo Organizacional. Dicha escuela ofrece cursos a distancia y presenciales "In-Company" sobre modernas técnicas de liderazgo fundadas en su concepción de Liderazgo Multifocal. El novedoso abordaje de Hugo Landolfi al liderazgo ha permitido a numerosas organizaciones mejorar sus procesos productivos, ayudando a generar productos y servicios de altísima calidad a la vez que también ha ayudado a maximizar el retorno para sus accionistas. Su concepto de "Liderazgo Multifocal" en el que se basan sus cursos y libros logra superar ampliamente a los modelos de liderazgo vigentes en las organizaciones y les permite alcanzar alturas cualitativas que de otra forma hubieran estado veladas.
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